Mi compañera Silvia y yo en Room Hands

Después de vivir más de quince años en Madrid, decidí volver a el lugar donde nací. A tres horas de Madrid en coche está Cáceres. Un poquito más si vienes en tren…

Volver a mi ciudad fue duro, dejar atrás tantas cosas buenas que tienen las grandes ciudades fue difícil. Pero hay que buscar el lado bueno de las cosas y vivir en Cáceres las tiene. Reencontrarme con mi familia, conocer a nuevos amigos y redescubrir un patrimonio artístico y cultural maravilloso fue una de ellas.

Creo que soy una de las mejores embajadoras de esta maravillosa ciudad, porque he vuelto a enamorarme de nuevo de ella, he aprendido a querer cada rincón, cada casa escondida, el sonido de las cigüeñas, el calor de mis paisanos, el talento de un grupo de artistas que viven aquí pero que sueñan en llegar lejos.

En esta ciudad se vive bien, se come mejor y se disfruta al máximo de los días. Atrás quedan los viajes en metro eternos, la comida rápida de los burguer y también el ruido de la gran ciudad.

Pero aunque soy feliz en Cáceres, mi otra familia que son mis mejores amigos están en Madrid, allí están esos años maravillosos, y en mi corazón llevo los recuerdos de los mejores años de mi vida, la Universidad, la primera vez en la Ópera con Pablo, volverme loca comprando cosas antiguas con Estrella por el rastro, las cervezas en La Latina con Arantxa,  las visitas a los grandes museos, los paseos por el Retiro y por supuesto, el nacimiento de mis dos hijas, lo mejor del mundo.

Volver a Cáceres ha sido también un reencuentro con la naturaleza, con los pueblos más bonitos de Extremadura, con sus artesanos entrañables… aquí todo sabe mejor y merece la pena recorrer esos 290 kilómetos desde Madrid para venir a visitar Cáceres.

De verdad que siempre compensa salir y  buscar ese tiempo para reencontrarse con uno mismo, dejar la vida frenética de las ciudades, pasear entre castaños y robles, alcornoques y olivares, bañarse en piscinas naturales,  dormir a pierna suelta, comer sano y disfrutar de platos sencillos pero llenos de historia,…pueblear, como digo yo  es un placer.

Leer, y por supuesto escribir un diario. Querer tener memoria para los demás y para uno mismo.

¡Bienvenidos a mi ciudad!